“Nos gustaría innovar, pero nuestro sistema ISO no lo permite”. ¿Cuántas veces hemos oído esto a lo largo de los años?
Es como si el sistema de gestión de calidad estuviera grabado en piedra y no pudiera soportar mejoras más drásticas que esos ajustes menores que forman parte de la filosofía de Kaizen.
Desgraciadamente, esa idea errónea de que un sistema basado en la ISO 9001 impide la innovación en lugar de fomentarla ha inducido a algunas empresas a entender la innovación como una actividad que debe llevarse a cabo “fuera del Sistema de Gestión de la Calidad” y no como parte integrante del mismo.
Uno de los retos que se presentaron durante la elaboración de la nueva ISO 9001:2015 fue descubrir hasta dónde debíamos llegar con el tema de la innovación: ¿exigir que las empresas innoven? Tal vez no sea necesario y/o realista. ¿Evitar el asunto por completo y correr el gran riesgo de mantener el statu quo? ¡Tampoco!
Se opto por cambiar el principio de gestión de calidad y la cláusula de la ISO 9001 antes conocida como “mejora continua” y ahora llamada simplemente “mejora”, reconociendo que existen diversas variantes de la misma (como la mejora continua, por supuesto, pero también mejoras de avance, innovación y reorganización).
Corresponde a cada empresa determinar el mecanismo más apropiado para gestionar las diversas situaciones que encuentre a lo largo del tiempo.
La ISO se encuentra también en pleno proceso de desarrollo de una nueva serie de normas específicas sobre innovación, incluyendo una norma de terminología (ISO 50500) y una norma orientativa para Sistemas de Gestión de la Innovación (ISO 50501), que seguirá la misma estructura de alto nivel que la ISO 9001 y la ISO 14001.
En resumen, la nueva ISO 9001 no pretende establecer requisitos para la gestión de la innovación, ni tampoco imponerla como obligación para ninguna empresa, pero el Sistema de Gestión de la Calidad deberá ayudar y no obstaculizar tales iniciativas cuando sean necesarias para la supervivencia y el éxito de la organización. No obstante, vale la pena recordar las palabras del Dr. Deming: “la supervivencia no es obligatoria”
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